La otra cara de las tarjetas de crédito


Por: Gabriel J. Perea R. @elistmopty
MANEJO DE DEUDAS. La Prensa

Cuando las tarjetas de crédito se utilizan con prudencia pueden ser aliadas, porque nos permiten adquirir bienes y servicios más allá de nuestra capacidad económica inmediata. Pero, si por algún motivo se incurre en impago, entonces descubriremos lo que implica tener este tipo de deudas. Partamos de la premisa de que quienes resulten afectados no son personas que utilizaron el crédito de forma irresponsable, sino ciudadanos que se vieron ante una emergencia por enfermedad, desempleo o problemas familiares y que ahora no pueden pagar el cargo mensual.
Antes de compartir casos reales, es preciso que el tarjetahabiente sepa que no está del todo desprotegido, pues existe la Ley 81 del 31 diciembre de 2009, que le permite dar por terminado el contrato de la tarjeta, por escrito o por las vías tecnológicas que el emisor ponga a disposición. Pero hay que considerar que cada emisor de tarjeta puede darle su interpretación a la ley. Si usted debe, el departamento de cobros iniciará un bombardeo de llamadas a todos sus números hasta que haga un compromiso de pago. Incluso, seguirán llamando, aunque ya se haya hecho el pago, con la excusa de que no se registró en el sistema. Y, aunque usted no lo crea, lo llamarán hasta después de horario regular.
Si tras hacer el arreglo de pago, incumple, entonces investigarán su estatus económico y, sin ninguna autorización de juez pertinente, llamarán a sus parientes o amigos para interrogarlos. Así recibirá amenazas de procesos judiciales, embargos, notificaciones a su trabajo o cualquier elemento persuasivo para que pague, a como dé lugar. Entonces, quizás, usted se pregunte: ¿este no era el banco que, sin solicitarlo, me otorgó una tarjeta, me aumentó el crédito, y con el que tenía excelente relación? De nada vale que trate de explicar sus motivos, pues no todos los bancos son “buenos vecinos”. Tal vez lo escuchen, pero lo que les interesa es llegar a acuerdo de pago. Esto podría ser la peor solución, porque a veces el monto de las letras es superior a los pagos habituales.
La deshumanización llega al extremo, que aunque usted esté junto a la cama de su madre convaleciente, ellos le mandarán el cobrador al hospital. Lo acosarán para que firme acuerdos draconianos, descuentos directos o lo someterán a procesos judiciales en que tratarán de despojarlo de sus bienes, salario o lo que puedan quitarle, para resarcir la deuda que usted, ingenuamente, pensó que podría negociar. Claro está, según el Art. 1649 del Código Judicial, aplicable a los secuestros, solo se puede secuestrar el 15% del excedente del salario mínimo que devenga el demandado y ese proceso no es inmediato.
En conclusión sea cuidadoso al aceptar tarjetas de crédito, porque no a todos los bancos les importa su situación personal.

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