La silla del gallinazo


Por: Gabriel J. Perea R. @elistmopty


Siempre he soñado escribir, pero este asunto no es fácil, para nada, hay que tener mucha imaginación, crear personajes, darle vida, que sean coherentes. Realmente algo complicado y lo más recomendable es buscar fuentes de inspiración, cosa tampoco nada fácil. Así que como cualquier aspirante a escritor, busque una fuente para inspirarme y, aunque no lo crean, la encontré y fue hasta divertido.
¿Cuál fue esa fuente?, esa caja tonta como le llaman algunos intelectuales, la televisión y para mi sorpresa presencié en vivo y a todo color un espectáculo que jamás olvidaré, me proporcionó tanto material que podría crear un relato o, tal vez, un cuento corto o, a lo mejor, una novela.
Recapacitando tal vez nadie creería la historia, sería tachada de embuste. Pero fue cierta, no miento, sino que los ancestros de aquellos actores se levanten, no los míos, por si acaso. Y no fui solo yo quien vio ese espectáculo, fueron miles, que como yo, esperábamos un espectáculo de altura, cultural, pero fue una comedia de tercera.
¿Qué fue lo que observé, pues un espectáculo de los mercaderes del poder haciendo gala de sus mejores cualidades de embaucadores, fue algo inimaginable. Estaban todos vestiditos de blanco, aunque algunos estaban más bien curtidos, pero bien, estaban en un drama, negociando quién sería el próximo dueño de la codiciada siga del gallinazo, porque no es la silla del águila, esa es otra historia.
Se vio de todo en aquel espectáculo, actuaciones dignas de los óscares, nacionalismo de chequera, clavadas de pecho en el concreto de la Asamblea, suicidios políticos colectivos, interpretaciones melodramáticas para justificar la traición partidaria o para intentar sumar adeptos al psiquiátrico. Balbuceos, incoherencias, discursos interpretables fue la tónica del espectáculo, porque eso era una tragicomedia de ‘sálvese quien pueda’.
Algunos actores murieron con las botas puestas fieles a sus personajes, otros saltaron por la borda al ver hundirse el buque, bueno ya está hundido, hace rato, lo que pasa es que algunos están en la etapa de la negación política. Fue un espectáculo circense. Y lo mejor de todo es que nadie se guardaba diálogo alguno, porque todos decían su verdad onírica, aunque después fueran desmentidos y quedaran cual actores de comedia burlesca, en el absoluto ridículo.
Al final sí ganó alguien la silla de la presidencia de la Asamblea, según algunos, uno que estaba fuera de apuestas, pero como dicen en política no hay sorpresas, solo sorprendidos. Y he aquí que algunos sin ser escritos inmortalizan frases, tal así como un archiconocido actor del teatro de muñecos, locos, hermosas divas, cantantes, y algunas simpáticas criaturas, ‘los que no les salió la apuesta que se vayan a llorar solícitos al cementerio con su difunto’. Que en Paz descanse.
*M.SC. ADMINISTRACIÓN INDUSTRIAL.

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