Por: Gabriel J. Perea R. @elistmopty
¿Qué es inolvidable? Puede ser aquello que prevalece en nuestra memoria negándose a ser arrastrado por las olas del olvido. Tal vez, recuerdos de los momentos refulgentes de nuestra momentánea existencia. Son aquellas cosas que marcaron nuestro paso por el mundo. Recuerdos fugases como el paso por la vida, pero que se escribieron por siempre.
¿Qué es inolvidable? Puede ser aquello que prevalece en nuestra memoria negándose a ser arrastrado por las olas del olvido. Tal vez, recuerdos de los momentos refulgentes de nuestra momentánea existencia. Son aquellas cosas que marcaron nuestro paso por el mundo. Recuerdos fugases como el paso por la vida, pero que se escribieron por siempre.
La primera travesura. El primer beso. La primera escapada con éxito. Los arranques de la universidad. Las vueltas al reloj estudiando para exámenes finales. El lugar donde escuchaste: “¡Estás contratado!”, por primera vez. La primera protesta en la que levantaste tu voz contra lo que considerabas una injusticia. Cada uno con su especial significado, el cual nos negamos a olvidar. Son formas hermosas, gratificantes, son inolvidables para aquellos que aún pueden tener esperanza. Para otros, aquellos que ya no pueden ver la luz, donde sólo hay oscuridad de esperanzas, existen igualmente formas inolvidables que estos últimos, a diferencia de los primeros, quisieran no recordar.
Inolvidable es el hambre cuando apuñala inmisericorde. Inolvidable es el frío cuando la lluvia no deja cobijo. Inolvidable son las puertas que se cierran negándose a ayudarnos. Inolvidable son las malditas promesas lanzadas al viento, para que el viento se las lleve porque nunca serán cumplidas. Inolvidable es el sentimiento de furia cuando se despilfarran millones y que con solo un poquito se podría aliviar la pesada carga que soportan los desposeídos.
¿Y a qué viene todo esto? Son solo palabras cuando el nuevo faraón se corona gastando millones, obsequiando costosas baratijas, agasajando invitados que nada tienen que ver con que el hambre inolvidable se borre de los recuerdos de sus dueños imperecederos. Cuando se inventan fiestas para el pueblo que no llenarán los estómagos de los chiquillos descalzos.
Son contraposiciones existenciales irreconciliables; aquél que no las entiende, le resulta aceptable el negarse a reconocerlas. El erogar del Estado sin trabajar, el proporcionarse bienes y privilegios como prerrogativa del poder, el ignorar los rostros fijos que nos miran a través del vidrio de nuestro desprecio mientras despilfarramos lo que no nos pertenece, sólo por el placer de hacer de un momento para unos pocos inolvidable.