Por: Gabriel J. Perea R. @elistmopty
Véase que, como todos ya sabemos, un menta’o Confucio por los tiempos antiguos, como no tenía nada que hacer, se dio a la tarea de inventar nada menos que la confusión, lo que ocasionó que desde allá para acá todos estemos confundidos; siguiendo la misma línea, un tal Platón inventó cómo calcular platos; y por ahí también escuché que el compa Ángulo inventó no sé qué cosa que no se puede mencionar, pero que es indispensable para el cuerpo humano.
Bueno.. y como la confusión es una filosofía muy práctica, también nuestros confundidos padres de la patria la practican. Véase que ahora aquellos pueden censurar mediante voto en magnánima asamblea de dos terceras partes de los confundidos a algún ministro de Estado que se confunda.
El presidente de la República estaría obligado a remover al confundido ministro, lo que lo ocasionaría confusión gubernamental por aquello de la confusa separación de los confusos poderes del Estado. El procedimiento para poder realizar este proceder es algo confuso, puesto que se tendría que presentar ante el pleno de la Asamblea Nacional de Diputados confusionistas unos seis días antes de la fecha en que se inicie la confusión.
Lo que no queda muy claro es cómo se puede aplicar la misma medida por aquello de que no habrá fueros o privilegios por razón de confusión alguna, así que la censura por los diputados es inconstitucional, dado que no pueden tener ellos solos el privilegio de aplicarla.
Todos los ciudadanos tenemos derecho a censurar exigiendo la renuncia ipso facto de algún diputado que no entienda para qué fue electo. Cosa que puede ocurrir cuando no modifiquen su confuso reglamento que debe incluir que se rebajen el sueldo, renuncien a las franquicias telefónicas, paguen los impuestos por los autos que compran y nombren personal profesional en su equipo de trabajo en lugar de familiares y allegados. Igualmente debería poderse aplicar a los magistrados de la Corte Suprema de confusión y al mismísimo presidente cuando se confunda.
Confucio (chino: 孔子, pinyin: Kǒngzǐ) (tradicionalmente 551 a. C. – 479 a. C.) fue un filósofo chino, creador del confucianismo y una de las figuras más influyentes de la historia china. Las enseñanzas de Confucio han llegado a nuestros días gracias a las Analectas, que contienen algunas de las discusiones que mantuvo con sus discípulos.
Nació en el pueblo de Qufu en el antiguo país de Lu, actual provincia de Shandong, en el seno de una familia de terratenientes noble, el clan de los Kong. Su padre murió tres años después de que Confucio naciera, y dejó a la familia en la pobreza. Confucio, a pesar de ello, recibió una esmerada educación.
Siendo aún joven, trabajó para la administración del estado de Lu. Su primer trabajo fue en los graneros estatales, y llegó a alcanzar el rango de Ministro de Justicia. Dimitió del cargo años más tarde ya que no estaba de acuerdo con la política que seguía el príncipe.
Una de sus grandes influencias fue Zi Zhaan, primer ministro de Cheng, quien introdujo el primer código jurídico en China. También influyó en Confucio el escepticismo de su época en lo concerniente a la religión, pues a causa de haber sufrido muchas guerras se había perdido la fe en los dioses.
A los 50 años empezó sus enseñanzas. Solo viajaba de un lado a otro instruyendo a los contados discípulos que se reunían en torno a él. Su fama como hombre de saber y carácter, con gran veneración hacia las ideas y costumbres tradicionales, pronto se propagó por el principado de Lu, y luego a toda China.
A partir de la dinastía Han, diversos emperadores se inspiraron en la obra de Confucio para organizar la sociedad china. En los siglos posteriores sus enseñanzas ejercieron una poderosa influencia en la filosofía china y en la historia de China.
Durante la segunda mitad de la época en que China estuvo regida por la dinastía Zhou, antes de confucio, el gobierno central sufrió un proceso de degeneración y decadencia, y las intrigas y la relajación de costumbres se generalizaron.
Confucio lamentaba el desorden característico de aquellos tiempos, así como la ausencia de modelos morales que revirtieran tal situación. Por ello, llegó a la conclusión de que el único remedio era recuperar y difundir entre la población los principios y preceptos de los sabios de la antigüedad. Por este motivo instruía a sus estudiantes en los clásicos de la literatura china. También subrayó la importancia de la música china, que en aquella época tenía funciones ceremoniales y religiosas en las prácticas del Estado y del culto.
Propugnó el gran valor del poder del ejemplo. Los gobernantes, decía, sólo pueden ser grandes si llevan vidas ejemplares y se guían por principios morales; de esta forma, los ciudadanos de sus estados tendrían el necesario estímulo para alcanzar la prosperidad y la felicidad.
Una popular tradición sobre su vida establece que a los 50 años de edad se convirtió en magistrado de Zhongdu y, un año después, fue nombrado para ejercer en Lu un cargo equivalente al de ministro de Justicia. Confucio habría establecido numerosas reformas que condujeron a una administración de justicia caracterizada por su imparcialidad y a la práctica erradicación del crimen. Lu llegó a ser tan poderoso que el gobernante de un estado vecino intrigó para conseguir la destitución del ministro. Es más probable, sin embargo, que sólo fuera un funcionario menor. En cualquier caso, Confucio dejó su cargo en el 496 a. C. y se dedicó a viajar por diferentes territorios impartiendo clases y esperando en vano que algún otro príncipe le permitiera emprender reformas. En el año 484 a. C., después de que su búsqueda de un gobernante ideal se revelara por completo infructuosa, regresó por última vez a Lu. Pasó el resto de su vida escribiendo comentarios sobre los autores clásicos. Falleció en Lu y fue enterrado en Qufu (Shandong). El templo y cementerio de Confucio, así como la residencia de la familia Kong fueron declarados Patrimonio cultural de la Humanidad en 1994.
El nombre habitual de Confucio en chino es Kǒngzǐ (孔子), literalmente «Maestro Kong», aunque muchas veces se lo escribe «Kung Fu Tse». Una variante de este nombre, poco habitual en la actualidad, es Kǒng Fūzǐ (孔夫子), de la que se deriva el nombre tradicional en español a partir de la forma latinizadaConfucius, adoptada por los sacerdotes jesuitas en sus primeros contactos con China. Fue el maestro inventor del Kung Fu (tipo de arte marcial)