Por: Gabriel J. Perea R. @elistmopty
Después de las conflagraciones se impone un necesario periodo de reconciliación. Este puede estar conducido por amnistías, juicios políticos, esfuerzos para esclarecer los hechos, el olvido histórico; o puede estar dominado por el rencor, el revanchismo y la venganza.
Después de las conflagraciones se impone un necesario periodo de reconciliación. Este puede estar conducido por amnistías, juicios políticos, esfuerzos para esclarecer los hechos, el olvido histórico; o puede estar dominado por el rencor, el revanchismo y la venganza.
Independientemente del camino que colectiva o individualmente tomen los ciudadanos de naciones que hayan pasado tiempos difíciles, el tiempo terminará de una forma u otra sepultando en el olvido los hechos, sus protagonistas y sus víctimas. Por más doloroso que esto sea, es inevitable.
Ante ese comportamiento predecible de la historia, qué papel desempeñan aquellos que intentan, a toda costa, perpetuar no el recuerdo de hechos como elemento aleccionador, sino el rencor y la venganza, y no buscan el sometimiento ante la justicia de los que consideran culpables.
¿De qué nos sirve recordar las actuaciones del pasado sólo con el propósito de impedir que algunos, individual o colectivamente, participen en la vida nacional? ¿Qué contribución están realizando los voceros oficiosos del odio perpetuo en la sociedad?
Según las reglas establecidas de los estados de derecho, toda persona que cometa un delito y se le puede probar, es sometido a la justicia y debe pagar por éste. Si el individuo se somete a la justicia y cumple su condena, está pagando su falta ante la sociedad.
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Destaque Jos� Corpas (c), se ha destacado en el Gast�n. (Foto: Miguel Cavalli / EPASA)
Destaque Jos� Corpas (c), se ha destacado en el Gast�n. (Foto: Miguel Cavalli / EPASA)
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–>Si mediante las reglas establecidas no podemos someter a los que consideramos culpables ante la justicia, no debemos contribuir a fomentar una sociedad dividida por el odio hacia personas o colectivos ante nuestra incapacidad de suprimir a los que consideramos indeseables.
En conflagraciones donde se han perdido miles de vidas, los pueblos o bandos opuestos se han impuesto superar esos episodios. Hoy día, por ejemplo, no vemos a los norteamericanos perpetuando el odio hacia los vietnamitas, muy por el contrario, han acercado lazos independientemente que no todo, y tal vez jamás, será saldado.
Prohibido olvidar con el único objetivo de obtener ventaja política o social crea distorsiones sociales que impiden el avance de la sociedad y son aquellos quienes propugnan esta forma de pensar los que cada cinco años salen a derramar su odio y no deben ser el modelo a seguir de la sociedad que queremos construir.