La "ñamería" se pega


Por: Gabriel J. Perea R. @elistmopty

Cuando era pequeño me creía todos los cuentos que escuchaba de mis tíos y amigos mayores, aunque fueran tan increíbles como aquel de «un señor muy viejo con unas alas enormes». Eran tiempos hermosos, el mayor peligro surgía cuando por mala suerte algún terco maestro se le ocurría ponerte una mala nota, ahí sí tenías que utilizar tu corta experiencia para inventar un embuste y librarte de los coscorrones de escarmiento.

Durante aquellos fantásticos años todo ocurrió maravillosamente, pero un recuerdo sobresale y aunque siempre dude de su veracidad, hoy puedo decir que es muy cierto. Ahora que soy grandecito tengo pruebas de esto, puesto que han ocurrido cosas que no tienen otra explicación. Lo primero que recuerdo fue cuando un generalito, tan grande como la altura de sus botas, blandiendo un machete se le ocurrió la ñamería de declarar la guerra a los gringos, y todos los compinches, igual de «ñames» cantaban a pies juntitos, «ni un paso atrás, ni paso atrás».

Después de eso ocurrieron otros casos, pero últimamente parece que otra vez comenzó la epidemia. Imagínense que los «ñames» que estaban antes en la casa de la silla del gallote, a pesar de que entraron normal, al final se «ñamearon». Volaron helicópteros por debajo del mar, guardaban dinero en refrigeradoras, se compraban ropa con la plata de la gente para no andar pordioseros y se les olvidó dizque que venían a remendar la patria.

Y cada vez parece que es peor la enfermedad. Ahora los policías le entran a palazos a los enfermos. Los dirigentes deportivos hacen lo que les da la gana y si alguien reclama sacan el instrumento. Los peladitos te matan por pura diversión. Los políticos no recuerdan nada malo de sus partidos y, para rematar, hasta las estatuas deciden escapar solitas, ¿o se habran «ñameado» los involucrados en la desaparición? Hasta los empresarios se «ñamearon» inventando que un mejor Panamá llegará a todos cuando ellos son los únicos que pueden aumentar sus ingresos y el pobre se come un cable con el mismo sueldo. Ya me lo advertía mi abuela cuando me descubría haciendo diabluras. La ñamería se pega, pero ella tenía la cura: Unos buenos chancletazos.

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