De pollos, suicidios y autoridades


Por: Gabriel J. Perea R. @elistmopty


Publicado en el Panamá América

AL rayar el alba de un singular día, una legión de pollos hastiados de su mísera existencia decidieron suicidarse. Es un acontecimiento insólito, una multitud de bípedos plumíferos amanecieron atorados en los alcantarillados, se desbordaban en los inodoros, sus cuerpos putrefactos y desmembrados se deslizaban por las calles, por las aceras, sin que absolutamente nadie pueda explicar como y cuando ocurrió.

Este hecho se conocerá en nuestra historia vernácula como «El día que se suicidaron los pollos».

El incidente provocó el inicio de pesquisas, se interrogó a las alcantarillas, se realizaron intensas redadas, logrando la captura de conocidos felinos y algunos pendencieros perros.
A pesar de las modernas técnicas de indagación no se logró arrancar confesión alguna. Todos se declaran inocentes. No ha sido posible descubrir cómo esta enorme cantidad de pollos se suicidó en silencio, sin testigos, ante las narices de toda una población. Se descartó que los pollos pertenecieran a algún colectivo político.

Ante esta situación y por una total ausencia de pruebas y de autoridad se propone dotar al Ministerio de Salud con poderes especiales e investirla de la capacidad de acción necesaria elevándola a Autoridad Nacional de la Salud. Con esta trascendental maniobra de la pluma ejecutiva se podrían conjurar todos los poderes para remediar los problemas de salud de una población demandante de mejor atención a sus necesidades. Esta acción ya ha sido ensayada arrojando resultados políticamente digeribles.

Esta nueva entidad formaría parte de un selecto grupo de autoridades investidas de los poderes necesarios para no tener obstáculos invisibles o imaginarios en el desempeño de sus funciones.

Ya tenemos la Autoridad Nacional del Ambiente, La Autoridad Marítima, la difunta, ¡Que en paz descanse! Autoridad de la Región Interoceánica, la Autoridad del Canal, la Autoridad del Transporte y la mellizas recién nacidas Autoridad de los Servicios Públicos y Autoridad Nacional de Protección al Consumidor y defensa de la Competencia.

La fórmula descubierta por los panameños es de calidad exportable, y básicamente consiste en detectar la necesidad, que puede ser provocada por una crisis como la de los pollos en Ciudad Radial, corregimiento de Juan Díaz, y elevar «a» o crear una suprema autoridad que se encargue de los problemas, valga la redundancia con suprema autoridad.

No es de extrañar que en un futuro muy cercano nazcan y tal vez fallezcan otras autoridades. Estas pudieran ser la Autoridad Nacional del Desempleo, la Autoridad Nacional de la Vivienda, y para solucionar el problema de credibilidad de la Corte, La Autoridad Nacional de Justicia. Siendo una tendencia tan exitosa el paladín popular de los descamisados debería transformar el frente anticorrupción en Autoridad Nacional Anticorrupción.

Con esta vertiginosa tendencia desarrollada por nuestros políticos de turno, será necesario elevar el Poder Ejecutivo a Suprema Autoridad Nacional de las Autoridades, con autoridad para poder gobernar a todas las otras autoridades, inclusive en nuestra próxima autoridad constituyente una de las enmiendas a nuestra Autoridad Constitucional será cambiar el nombre de Republica de Panamá a Autoridad Nacional de Panamá.

Los entendidos del nuevo sistema, fundamentando en autoridades, vaticinan que se necesitará una Autoridad Nacional de Ejecución que se encargue de velar de que entre tanta autoridad alguien se encargue de mantener el país funcionando.

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