Publicado en el Panamá América
Al mirar a un costado del puente un buque en el horizonte estaba cubierto por una densa nube gris, parecía vapor, en ese instante ya no pudo controlar el auto chocando el vehículo delantero.
No se asuste, esto es un relato ficticio, un escenario imaginario, pero posible. Si la nación más poderosa del mundo no pudo afrontar un desastre de proporciones como el huracán Katrina, ¿qué puede ocurrir si un hecho como este ocurriera en Panamá?
¿Están las autoridades nacionales preparadas para una movilización masiva? ¿Existen planes para afrontar catástrofes? ¿Podríamos los panameños encarar un reto de supervivencia colectiva?
Las tragedias de este tipo nos enseñan para lo que no estamos preparados. Solamente planes preconcebidos pueden prevenir catástrofes con tal magnitud de pérdidas humanas.
Sabe usted, de ocurrir un acontecimiento como el de este relato, ¿qué debe hacer? ¿Hacia dónde dirigirse? ¿A quién y cómo contactarlo? Si estas preguntas no puede responderlas, entonces está en las mismas o peores condiciones de aquellos que se quedaron atrapados en New Orleans.
Se impone, sin el objetivo de crear el pánico, que el gobierno organice simulacros ante la eventualidad de este tipo de acontecimientos. Que la ciudadanía tenga la certeza de que existen planes de continencia preparados y ensayados para catástrofes naturales.
La seguridad no sólo radica en capturar a los delincuentes y prevenir el crimen, otro elemento es preparar a la población ante una eventualidad para que puedan salvarse así mismos.