PODCAST: El cortito.
Había una vez un presidente apodado «El Cortito», cuyo nombre real nadie recuerda. La gente especulaba sobre el origen de ese apodo tan peculiar, pero nadie estaba seguro de por qué se le llamaba así. Algunos pensaban que se debía a su baja estatura, mientras que otros creían que se refería a su falta de memoria. Sea cual fuera la razón, «El Cortito» pasaría a la historia de una manera que nadie podría haber imaginado.
A simple vista, «El Cortito» parecía un líder prometedor. Sin embargo, cuando se enfrentaba a asuntos importantes o preguntas difíciles, adoptaba una extraña estrategia: se hacía el loquito. Evitaba responder y respondía con gestos extraños, como si estuviera interpretando un papel en lugar de abordar los problemas de frente. Parecía creer que ignorar las preguntas haría que los problemas del país desaparecieran por arte de magia. Pero estaba muy equivocado.
La estrategia de «El Cortito» lo llevó a ser recordado en la historia, pero no como un gran estadista, sino como un presidente wabinoso. La palabra «wabinoso» es un término peculiar utilizado por los gallegos para describir a alguien escurridizo, alguien que evade las responsabilidades y se escabulle de los problemas. Así es como la gente recordará a «El Cortito», como alguien que no asumió la responsabilidad de sus acciones y que se desvaneció en momentos cruciales.
Sin embargo, lo que la mayoría de la gente no sabía era que «El Cortito» no actuaba de manera intencionada. No era wabinoso a propósito, sino que sufría de una memoria deficiente. Se le olvidaban las cosas, y por eso no respondía a las preguntas. Su falta de memoria era la verdadera razón detrás de su comportamiento esquivo. Pero esta verdad solo la conozco yo, y no se la diré a nadie más. Cada persona es libre de creer lo que quiera, y yo elijo recordar la historia como me dé la gana.
Así que, queridos lectores, tengan en cuenta que esta historia está sujeta a interpretaciones y recuerdos individuales. La historia se escribe y se recuerda de diversas formas, y todos tenemos derecho a tener nuestra propia versión de los eventos. Pero recuerden, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


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