Réquiem

Por: Gabriel J. Perea R. @elistmopty Cuando los ideales se pierden, se pierde el horizonte. Cuando las masas no apoyan, es el momento en que todo partido político se enfrenta a su extinción. Es un momento difícil para aquellos quienes lucharon por un ideal común sintiéndose realizados por compartir intereses comunes y que puede ser…


Por: Gabriel J. Perea R. @elistmopty


Cuando los ideales se pierden, se pierde el horizonte. Cuando las masas no apoyan, es el momento en que todo partido político se enfrenta a su extinción. Es un momento difícil para aquellos quienes lucharon por un ideal común sintiéndose realizados por compartir intereses comunes y que puede ser afrontado de dos maneras. Enfrentando lo inevitable que puede dar paso a cosas más trascendentales o sucumbir ante la tentación de traicionar sus principios y plegarse a otra corriente.

Estamos observando cómo uno de los partidos políticos protagonistas de la historia sucumbe ante el peso de la realidad. Los tiempos cambian y el discurso recursivo ya no logra convencer a las multitudes que esperan algo nuevo o el apego a toda prueba a los ideales. Si este episodio histórico no hubiese ocurrido luego de una brutal campaña de desprestigio, del mismo al cual se pliegan, no sería visto como un acto de doblegarse.

De cualquier manera, es un salto al abismo político. Cuando se negocia con el adversario declarado, y en posición de desventaja, representa una capitulación. Se cede el poder de ser el ente representativo de una corriente política. Fue falta de coraje, ¿desgaste doctrinal? ¿Vulgar sobrevivencia política? ¿O sólo fue muerte natural?

Lo que haya sido, fue un error. La corriente a la cual se pliega está apoyada en la explotación del populismo más elemental para atraer simpatizantes. Sin embargo, detrás de este populismo se enmascara el capitalismo en su máxima expresión. El capitalismo acapara la riqueza, el populismo intenta distribuirla, son dos corrientes irreconciliables. Ante tal disyuntiva, nunca un capitalista traicionará sus principios y a sus socios, por esto, dicha corriente esta destinada al fracaso.

Se cual sea el desenlace, la temeraria aventura sucumbirá ente la magnitud de la imposibilidad de colmar las ansias de sus aventureros y, al mismo tiempo, cumplir las gigantescas promesas a sus seguidores. No podrán saciar la sed del proletariado y no podrán cambiar las reglas del capitalismo salvaje, eso equivaldría a romper el equilibrio económico, los salarios continuarán bajos y la comida seguirá inaccesible. El pueblo se desbordará cuando sólo le queden los zapatos desgastados y nada más.

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